09 mayo 2008

Gays, lesbianas y el "síndrome de American beauty"

GUSTAVO VIDAL MANZANARES

Kevin Spacey y Annette Benning protagonizaron en 1999 American Beauty, ópera prima del guionista Alan Ball. Entre sus numerosas escenas de humor emerge un personaje muy poco gracioso, el coronel Fitts, individuo de escasas y cuadriculadas neuronas y obsesionado con los gays. Su homofobia es tan virulenta que llega a echar a su hijo de casa por sospechar que es gay... justo lo que después confesará de sí mismo el atormentado militar.

Así, cada vez que desde la caverna se ataca a gays y lesbianas, irrumpe en mi mente aquella película.

 
Y, a día de hoy, sigo preguntándome: ¿qué importancia tiene sentir el "gustirrinín" en la proa o en la popa? ¿es que los grandes hitos de la Humanidad han tenido que ver con alcanzar el éxtasis unos centímetros delante o unos centímetros detrás?


Si Alexander Fleming hubiera ocupado su mente en estas sandeces, dudo que hubiera descubierto la penicilina y docenas de millones de personas habrían fallecido podridas de fiebre y dolor. Si Pasteur hubiese dejando chapotear su mente en el odio a los gays, las infecciones habrían segado la vida de millones de hombres y mujeres. No me imagino a Ramón y Cajal apartándose del microscopio para insultar a los homosexuales. Entre otras cosas, porque una mente dotada y sana es inmune a esas perturbaciones. Aterra pensar que habría sucedido si Franklin Delano Roosevelt se hubiera empeñado en perseguir a los gays en lugar de levantar a los EEUU. ¿Imaginamos a Winston Churchill obsesionado con las lesbianas en lugar de luchar rabiosamente contra Adolf Hitler?

 
Por contra, todos conocemos la persecución padecida por los homosexuales a manos de Franco, con miles de pobres personas "fichadas" y encerradas en prisión en base a la "Ley de peligrosidad y rehabilitación social" o el confinamiento de homosexuales en campos de concentración nazis. Y mejor no hablar de los actuales regímenes que ahorcan a los gays, esas naciones que culpan a terceros del atraso que los corroe derivado, fundamentalmente, de la superstición religiosa que los va pudriendo.

 
Resulta revelador, por contra, el afán de la caverna por sumarse al ataque contra gays y lesbianas. Quizá olvidan la homosexualidad de Tennesse Williams, Marcel Proust, Alejandro Magno, Leonardo Da Vinci, Oscar Wilde, Truman Capote, Federico García Lorca, Luis Cernuda, Virgina Wolf... o, posiblemente, lejos de olvidarlo sepan que, pese a su verborrea y mala baba, jamás podrían soñar ni con limpiar los zapatos de estos homosexuales.

Gustavo Vidal Manzanares es jurista y escritor

El Plural

No hay comentarios: