24 septiembre 2005

EL RECURSO HOMÓFOBO



Mariano Rajoy justificó la presentación por su partido de un recurso de inconstitucionalidad contra la ley que autoriza el matrimonio entre homosexuales, vigente desde hace varios meses, diciendo que ellos no anteponen la oportunidad política o el interés electoral a la ley.

La ley, según Rajoy, no parece ser la que emana del Parlamento, que aprobó en su día la extensión del derecho matrimonial con la única oposición de su partido, sino exclusivamente aquella que le da la razón y que, con esa esperanza, ha ido a buscar al alto tribunal. Derecho le asiste a don Mariano, sin duda, para decir lo que dice, hacer lo que hace y buscar lo que busca, pero puede estar seguro de que, al contrario de lo que intentan él y su partido (menoscabar los derechos civiles de los homosexuales impidiendo su equiparación legal y real con los del resto de los ciudadanos), quienes defienden o se benefician de esa ley igualitaria nunca pretenderían privarles a él ni a su partido de derecho alguno.

Esto de la resistencia de la derecha a dar cauce legal a lo que es una realidad social viene a ser, un poco, como la envidia, que no aprovecha a nadie y daña a todos, al envidiado y al que envidia. Gómez, el responsable del sector gay del PP, que se ha rebelado contra la política oficial de su partido en ese terreno y ha solicitado ya la licencia para casarse con su novio, lo ha expresado con admirable simplicidad: «¿Por qué ha de ofenderle o molestarle al señor Acebes que yo me case con quien quiera?».

Pues sí, le molesta; al señor Acebes y al sector más agropecuario de su partido, penetrado de dogmas creenciales y sectarios, les molesta que Gómez, y cuantos Gómez hay, se case, pero lo más grave es que, en vez de disimular un poco para no herir a tantos españoles, hacen de su posición una cruzada.

Rajoy descubrirá demasiado tarde que este recurso absurdo es una añagaza que le han tendido en su propio partido para quitárselo de encima. No tiene más que mirar alrededor para ver la defección de muchos de sus correligionarios, que no quieren verse arrastrados con él, por las urnas, en su caída.

Información extraida de: Lne

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