21 noviembre 2005

UNA REGIDORA DEL PP CASA A DOS HOMOSEXUALES Y RECUERDA QUE "EL MATRIMONIO SE HA DE ADAPTAR A LOS NUEVOS TIEMPOS"



Marina Sans ofició la boda de Francisco y Francisco Manuel en Cort Dijo que la «libertad, solidaridad y el respeto» eran los motores de esta unión Fue la segunda ceremonia gay que se celebró ayer en el Ayuntamiento y la tercera que se produce en Palma

PALMA. Una multitud se aglomeraba ante la puerta de Cort. Vestidos de todos los colores, peinados que seguramente habían costado varias horas de peluquería, cámaras de fotos digitales y ante todo muchas sonrisas. Era evidente que allí iba a celebrarse una boda civil. Pero no una boda cualquiera. Iba a casarse una pareja de homosexuales.

Y no sólo eso. Aunque nadie lo sabía, después vendrían otros dos hombres dispuestos también a contraer matrimonio. Una segunda boda que, pese a ser menos multitudinaria, adquirió un cariz especial al ser oficiada por la regidora del PP y teniente de alcalde Marina Sans, quien no tuvo ningún problema en asegurar que «el matrimonio debe adaptarse a los nuevos tiempos».

Bernat y Aurelio era como se llamaban los primeros contrayentes. Francisco y Francisco Manuel, los nombres de los segundos. Paco y Francis, para familia y amigos. La llegada de estos últimos fue mucho más discreta que la de Bernat y Aurelio, rodeados de una multitud de amigos y familiares en todo momento. Pero no menos emotiva.

En ambas ceremonias, los sentimientos estuvieron a flor de piel. Aunque la boda de Paco y Francis fue tal vez en la que salieron a relucir más las emociones. Probablemente todos los tabúes y barreras contra los que han tenido que luchar ambos contrayentes durante sus ya 18 años de relación tenían mucho que ver con las lágrimas derramadas.

Una emoción totalmente compartida por sus familiares y amigos. Particularmente significativa fue la reacción de uno de ellos, un hombre hecho y derecho que al finalizar la ceremonia lloraba a moco tendido. Como uno de los novios, que nada más pronunciar Marina Sans las palabras mágicas -«quedan unidos en matrimonio»- se echó a llorar en los brazos de su hermana mientras le miraba su ya cónyuge, también visiblemente emocionado.

La regidora popular hizo una pausa mientras esperaba que Francisco estuviera en condiciones de proseguir con la ceremonia. Más tarde afirmaría en declaraciones a este periódico que había sido una boda como cualquier otra pero al mismo tiempo una celebración singular: «Hay que tratarlas a todas del mismo modo, ni exagerarlas ni minusvalorarlas, pero también es cierto que son especiales porque ocultan muchos años de espera».

Quitar hierro

Sans intentó quitar hierro en todo momento al hecho de ser una regidora del PP que oficiaba una boda gay. «Me tocaba casarlos a mí y yo no pregunto nunca los nombres de los contrayentes», dijo, a lo que añadió: «Ya dije en su momento que no tendría ningún problema en oficiar bodas entre homosexuales».

Durante la ceremonia, estuvo algo más comedida que el regidor que la había precedido en la boda anterior, Eberhard Grosske. Pero no por ello evitó expresar algunos puntos de vista que de bien seguro compartía el concejal rojiverde.

Historia y presente

«Este es un momento en que la historia y el presente se dan la mano y que recoge la realidad que todos construimos», dijo durante su discurso. Y continuó: «Un momento que tiene una significación especial en estos tiempos de enorme dinamismo en los que la idea de familia no queda al margen». Y habló para justificar su argumentación de «libertad, solidaridad y respeto» como las «bases sobre las que se asienta la familia».

Unas palabras que después, en declaraciones a este periódico, llevaría un poco más allá al asegurar que «el matrimonio debe adaptarse a los nuevos tiempos». Sans se mostró en todo momento cordial y afectuosa con los novios a los que trató como a cualquier otra pareja que hubiera acudido al Ayuntamiento para casarse.

Al acabar la ceremonia, los recién proclamados marido y marido se manifestaron «muy contentos» en declaraciones a este periódico. Poco después, saldrían por la puerta principal de Cort donde sus familiares y amigos les esperaban para rociarlos con arroz. Era el final de un día especial tanto para ellos como Palma y que probablemente tendría su continuación en un banquete o una fiesta particular. De hecho, media hora antes, al finalizar la otra boda, Aurelio les había estado diciendo a sus amigos: «Nos vemos esta noche».

Información extraida de: El Mundo

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