29 octubre 2005

DEPORTISTAS NEGROS Y DEPORTISTAS GAYS, MODELOS SIMILARES DE MARGINACIÓN



La marginación del deportista varón negro en la historia deportiva de América está bien documentada; sin embargo, hay poco literatura en lo que respecta a las experiencias de los deportistas gays en esta misma historia del deporte americano. Este estudio compara la historia del deportista negro y la del deportista gay, y muestra cómo ambos grupos responden de forma similar a la marginación.

Tanto los deportistas gays como los negros han organizado sus propias ligas, de ambos grupos se creyó en su día que eran inferiores físicamente, y han tenido que ser los deportistas de élite quienes hayan abierto camino a ambos colectivos. Los deportistas de las dos comunidades se han apartado de algunos deportes y se podría decir que cada una se ha concentrado básicamente en 5.

Además, este documento expone que la historia del deportista negro dentro de este campo llamado deporte, del que los blancos son dueños y señores, evoluciona pasando por unos estadios parecidos a aquellos que está siguiendo el deportista gay. De este modo, la historia reciente del deportista negro puede que sea el preludio del futuro del deportista gay.

Introducción:

En una primera impresión podría parecer una comparación extraña. Las nociones contemporáneas de lo que es un deportista negro invocan imágenes de fuerza, potencia, y una excelente preparación deportiva, mientras que las imágenes de los varones gays suelen invocar justo lo contrario.

Para algunos, el término deportista gay parece irónico en sí mismo. Sin embargo, este estudio muestra que los deportistas negros y los deportistas gays tienen mucho en común. Ambos grupos han estado fuertemente atrapados en las garras de la opresión, y ambos grupos han desafiado al tipo de masculinidad hegemónica en América.

Este estudio explora la historia de las experiencias tanto de los deportistas gays como de los negros, y las compara.

Reduciré el campo de mi análisis a las experiencias tan sólo a nivel profesional de estos deportistas. Defenderé la idea de que la historia de los negros en el deporte, donde los blancos tienen el poder, sigue unos pasos que son los que parece que va a seguir el deportista gay. Por lo que como decía antes, la historia reciente del deportista negro puede ser el preludio del futuro del deportista gay.

Historia del deportista negro:

Antes del final de la esclavitud en 1863, la participación deportiva de los negros estaba severamente limitada. Los esclavos jugaban entre ellos mismos (Wiggins, 1977, 1980a, 1980b), y eran seleccionados para participar en compates de boxeo contra otros esclavos para el placer del público negro, o para servir como jinetes con caballos poseídos por los blancos (Sage, 1990); estaban en una situación en la que no cobraban y además no contaban con ningún prestigio.

Después de la abolición de la esclavitud en 1863, las imperantes actitudes racistas pusieron difícil a los negros el poder participar en ligas deportivas profesionales. Los boxeadores blancos se negaban a competir con negros, y aunque los deportistas negros habían empezado a hacer progresos en la primera división de la liga de béisbol en la década de l880, estos progresos fueron ahogados por un acuerdo entre caballeros de 1888 entre los principales dueños de clubs de la liga para no contratar jugadores negros.

La conciencia cada vez mayor de los beneficios económicos que el deporte generaba, y la creación de numerosos programas para fomentar el deporte durante 1920 llevó a algunos a etiquetar este periodo como la "edad dorada del deporte" (Sage, 1990: Levine, 1989; Ashe, 1988). Esta "edad dorada" se refiere realmente tan sólo a los varones blancos.

El deporte durante esta época era básicamente reconocido como una posibilidad económica para el hombre blanco, ya que las mujeres y los negros eran sistemáticamente mantenidos fuera de las oportunidades deportivas durante la década de 1920. Como respuesta a este hecho (durante los años 20 y 30) los deportistas negros empezaron a organizarse y a competir en sus propias ligas en béisbol, rugby y baloncesto.

Y al final de los años 30 las ligas para negros se extendieron también al boxeo y al atletismo, y el número de participantes en estas ligas creció considerablemente (Ashe 1988). Se puede advertir que las cosas no han cambiado mucho, ya que los deportistas negros están todavía concentrados en estos deportes.

La década de los años 30 trajo consigo algunos progresos para los deportistas negros, especialmente en atletismo, donde el deportista negro Jesse Owens salió a la luz como un agente de cambio social al probar que las teorías de Adolf Hitler sobre la superioridad blanca estaban equivocadas durantes las Olimpiadas de Berlín de 1936.

Ganó cuatro medallas de oro y estableció tres records mundiales e igualó otro. El logro de Owen fue un punto de inflexión para deshacer el mito social que había existido durante siglos: el mito de que la raza blanca era físicamente superior a la negra.


Tras el logro de Owens en 1936, al boxeador de los pesos pesados negro, Joe Louis, se le permitió luchar (y ganó) contra un peso pesado blanco campeón del mundo en 1937. Tal vez más significativa aún fue la siguiente victoria de Louis (1938) sobre el simpatizante nazi Max Schmeling.

Otros logros de los deportistas negros, parecidos a éstos, motivaron a los deportistas negros para participar en número masivo donde ellos percibían que había un camino fuera de los guetos.

Durante los años 1946-1950 se vivieron momentos rompedores para los deportistas negros en el deporte, cuando los dueños blancos de los clubs se dieron cuenta de que los atletas negros podrían ser un buen negocio. Tal vez el momento más significativo fue la firma del primer jugador de béisbol negro, Jackie Robinson, por el Brooklyn Dodgers en 1945.

El "acuerdo entre caballeros" para mantener a los negros fuera del rugby estuvo a punto de derrumbarse cuando Hall Turner firmó por el NFL (Detroit Lions) en 1946. Más aún, la asociación de baloncesto de América, admitió negros cuando fue fundada en 1946.

Finalmente, la PGA, en 1948, perdió un juicio y fue obligada a permitir a los jugadores de golf jugar (Ashe, 1998).

Otro hito fue alcanzado en 1954 con la decisión de la Corte Suprema de los Estados Unidos de Brown contra el Consejo de Educación. Esta decisión histórica prohibió la segregación racial en las ayudas educacionales en América. Esto, unido a la creciente comercialización del deporte, llevó a los colegios blancos a reclutar negros bien dotados para el deporte.

En los años 60 los deportistas negros jugaron un papel clave dentro de la revolución social negra. Tal vez no podamos encontrar un mejor ejemplo de este hecho que la orquestada demostración de Harry Edward's durante las Olimpiadas de Méjico de 1968, en la cual, mientras corría los 200 metros, el medallista de oro Tommie Smith, y el medallista de bronce John Carlos ofrecieron el ahora famoso saludo del puño cerrado.

Este acontecimiento fue la chispa que encendió una serie de protestas por parte de los deportistas negros. Estas protestas hicieron tomar conciencia a los americanos del racismo que todavía impregna nuestra sociedad.

Hoy en día un estudio preliminar del deporte profesional parece mostrar poca discriminación contra los atletas negros. De hecho, los negros están ampliamente representados en fútbol, béisbol, y baloncesto. Sin embargo, hay muchos estudios (citados aquí) que sugieren que el racismo impregna los deportes americanos. Por ejemplo, los deportistas negros, en su gran mayoría, están limitados a unos pocos deportes, y están claramente ausentes de muchos otros.

En 1999 sólo 7 de 600 jugadores nacionales de hockey (NHL) eran negros, y en total sólo hay 3 jugadores en la PGA (Schneider, 1999).

También parece que los deportistas negros necesitan ser mejores que sus compañeros blancos para poder ser seleccionados para un equipo. En otras palabras, hay pocos negros suplentes. Por ejemplo, en la primera división de la liga de béisbol, si un negro está en la lista, es más probable que sea titular que reserva (Schneider 1999).

Más evidencias de la discriminación racial pueden ser encontradas examinando las posiciones en las que los deportistas negros juegan en los cuatro principales deportes americanos. Al fenómeno lo vamos a llamar "encasillamiento" y es un juicio tácito en el que los atletas negros son percibidos como menos inteligentes que los blancos y por lo tanto relegados a posiciones que requieren menos responsabilidad.

Por ejemplo, en 1996 sólo el 9% de todos los zagueros de la NFL eran negros (tengan en cuenta que el 68% de los jugadores de la NFL eran negros) y sólo un 1% de todos los "catcher" de la MLB eran negros (Coakley, 1998). Una fuerte evidencia del "encasillamiento" se encuentra en todos y cada uno de los cuatro principales deportes estadounidenses (Schneider, 1999).

Debido a la reducida presencia de deportistas negros en estos puestos claves, los jóvenes deportistas negros que jugaban en las posiciones en las que más hay que pensar u organizar el juego cuando estaban en el instituto, al llegar a la universidad a menudo escogen que los prueben jugando en las posiciones en las que lo que cuenta es la velocidad con el fin de aumentar sus posibilidades de entrar en el equipo.

Esto es un proceso conocido como "auto-encasillamiento", y es similar a la autosegregación: es una respuesta a la discriminación. Además, es menos probable que los deportistas negros sean contratados para desempeñar la función de entrenador, del mismo modo que no se les da la misma oportunidad que a los blancos para probar su inteligencia como jugadores. Están ausentes en las labores de entrenamiento y de dirección en los cuatro principales deportes de Estados Unidos (Coakley, 1998). Rimer (1996) descubrió que los negros o los latinos que eran contratados como entrenadores, han tenido carreras más largas y mejores que los entrenadores blancos, sugiriendo que ellos tienen que ser significativamente mejores que sus compañeros blancos para ser contratados.

Los negros están también ausentes de las funciones directivas. Hasta tal punto que todas las minorías sumaron tan sólo un 5% del total de directivos de la NFL. Hoy en día no hay dueños negros de clubs en la NFL, y tampoco los ha habido en el pasado (Schneider, 1988).

Para más datos sobre la discriminación en el deporte tenemos a Richard Majors (1986) con su descripción del "pose guay". Major's expone que los hombres negros han aceptado en los Estados Unidos la definición dominante de masculinidad, pero se han encontrado con numerosas barreras para poder expresarla con éxito en las esferas institucionales. Mientras que los blancos han tenido la oportunidad de probar su masculinidad en las instituciones de educación, política, y negocios, los negros no la han tenido.

Estas condiciones sociales, con los años, han provocado frustración, lo que ha dado como resultado la canalización de las energías creativas por parte de los hombres negros hacia la construcción de modos en la conducta, en el discurso, en los gestos, en la ropa, en el peinado, en los andares, las posturas y en los saludos, que son únicos, y muy expresivos (Majors, 1991:111).

El béisbol continúa siendo dominado por los blancos, porque los directivos y los dueños de los clubs todavía contratan jugadores blancos. Parece que sólo contratan negros, cuando éstos son mucho mejores que los blancos (Schneider, 1988).

Una breve historia del deporte gay:

Los sociólogos están mayoritariamente de acuerdo en que el deporte organizado es una institución altamente homofóbica (Griffin 1998, Hekma 1998, Woog 1998, Connell 1995, Messner 1992, Pronger 1990).

En uno de los mejor considerados trabajos sobre deporte y masculinidad, "Power at Play" (1992) de Michael Messner, la homofobia es especialmente puesta en relación con la masculinidad hegemónica. Messner dice (p.34) que la extensión de la homofobia en el mundo del deporte es asombrosa. Los chicos aprenden pronto que ser gay, o ser sospechoso de serlo, o incluso poner a prueba la propia condición heterosexual es inaceptable."

Según la opinión de Messner el deporte moderno fue fundado en parte sobre la idea que imperó a finales del siglo XIX y principios del XX, consistente en creer que los deportes podían ayudar a prevenir que los hombres americanos se ablandaran, ya que se creía que la sociedad se estaba feminizando como consecuencia de la Revolución Industrial.

También se creía que el desprecio de las mujeres (misoginia) y de los homosexuales (homofobia) podría ayudar a que los chicos jóvenes crecieran como viriles hombres heterosexuales; de este modo se preservaba la hegemonía (Messner, 1992, Sage, 1990).

Y aunque no había reglas formales para mantener a los gays fuera del deporte, tal y como sí las había por el contrario para los deportistas negros, éstas tampoco eran necesarias. La general condena por parte de la sociedad de la homosexualidad era en sí misma suficientemente opresora para conseguir evitar que los deportistas gays salieran del armario. Incluso hoy en día, no ha habido nunca ningún deportista que formando parte de un equipo profesional haya salido del armario en América.

La ausencia de deportistas visibles como gays en las culturas occidentales ha llevado a los historiadores a creer que los hombres gays no se sentían atraídos hacia los deportes organizados porque eran demasiado afeminados, demasiado débiles, o simplemente demasiado temerosos para jugar (Messner 1992).

Resulta de bastante interés señalar, tal y como se hizo antes, que también en su día se creyó que los deportistas negros eran físicamente inferiores.

Puede parecer que la intensa presencia de homofobia en los deportes puede por sí sola explicar que los gays eviten el deporte. Y hasta cierto punto puede que esto sea cierto. Hekma (1998) muestra que muchos jóvenes gays creen que destacar en deporte y ser gay es incompatible.

Descubrió que solamente un 36% de los gays se consederaban buenos deportistas, mientras que el porcentaje con las lesbianas a las que entrevistó era del 56%. Hekma sugiere que deben estar influidos por la opinión hegemónica de que la homosexualidad y el deporte son incompatibles.

Estas actitudes homofóbicas son compartidas (al menos por algunos) jugadores de la NFL, cuyas creencias son vestigios de argumentos usados para mantener a los negros fuera del deporte. Dicen que la atmósfera viril de los equipos de deporte haría que fuese duro convivir, ducharse o pelear con un jugador abiertamente gay (ESPN, 1999). El entrenador de la NFL Johnny Roland dijo a la ESPN, que "si esa persona tuviera esa forma de ser, no podría confiar en que tuviera la dureza necesaria".


Información extraida de: Minorias Sexuales

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