28 octubre 2007

El comportamiento machista propaga el VIH

La conducta de los hombres pone en riesgo a las esposas

La cifra de inmigrantes hispanos en Estados Unidos con sida aumenta 31% cada año, y dentro de esta estadística las más perjudicadas son las mujeres.


Según cifras presentadas por la especialista Shelley McKittrick, de Gilead Sciences, durante el encuentro Latinos, fe, cultura y sida, un 65% de las latinas que tienen VIH aseguran que han tenido un único compañero sexual durante toda su vida.

McKittrick explicó en su presentación que la inequidad entre los géneros y el machismo juegan un rol importante en la expansión del sida entre las latinoamericanas.

Según la especialista, el rol tradicionalmente pasivo de la mujer y la aceptación de la infidelidad como elemento inherente al papel de hombre hacen que las esposas sean un blanco fácil para la enfermedad.

"Ellas son víctimas inocentes de este flagelo, porque la mayoría han sido contagiadas por su esposo y no tienen idea del riesgo que corren. Eso sin mencionar el peligro de infección para los niños concebidos por estas madres", comentó el pastor Roberto Colón, uno de los organizadores del encuentro que se realizó esta semana en Los Ángeles.

El reverendo Colón insistió en la necesidad de trabajar este tema del otro lado de la frontera también: "Hay grupos especialmente delicados, como los migrantes que vienen a trabajar durante algunos meses y luego regresan a su país. Aquí se relacionan con prostitutas y llevan una vida licenciosa, y cuando regresan a donde su esposa la contagian. Esas son pacientes mexicanas, por ejemplo, pero el contagio original se dio en Estados Unidos", contó.

El 89% de los inmigrantes latinoamericanos seropositivos vive en California y en la ciudad de Los Ángeles residen 8,679 latinos con VIH, revelaron organizadores del evento.

Las condiciones de los movimientos migratorios son un caldo de cultivo para la propagación de la enfermedad, según explicó George Lemp, director de California HIV/Aids Research Project.

La pobreza de la población inmigrante se traduce en un precario acceso a los servicios de salud y a la mala información de salubridad, lo que mantiene la ignorancia acerca de las maneras de contagio y disminuye las posibilidades de hacerse una prueba diagnóstica.

Pero la condición emocional también influye. "La separación de la pareja, de los amigos y de la familia, sumado a la convivencia aislada en grupos predominantemente masculinos en los campos, los expone a cambios en la conducta sexual: experimentan con el sexo anal, relaciones con otros hombres o contratan prostitutas y raras veces se preocupan por usar protección", resumió Lemp.

El sexo tampoco es la única vía en la que un inmigrante puede contagiarse, pues en zonas rurales suelen compartir las jeringas para administrarse vitaminas y antibióticos.


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