08 diciembre 2007

Una biografía de Cary Grant desvela su tormento bisexual


"Todo el mundo quiere ser Cary Grant. Incluso yo quiero ser Cary Grant". Así definía el célebre actor su admiración hacia quien aparentaba ser, una fachada tras la que se escondía un hombre atormentado entre la estrella y la persona, y en cuya vida se ha sumergido el escritor Marc Eliot.

En Cary Grant, la biografía (Lumen), Eliot define al actor como un tipo simpático, elegante, obsesionado con su aspecto físico, enamoradizo, fantasioso, tacaño hasta la médula --incluso cobraba 25 centavos por cada autógrafo que firmaba--, de personalidad adictiva con tendencia a la autodestrucción y a veces inestable.

No es difícil imaginar que Grant reunía todos los ingredientes para ser un cebo fácil de la prensa sensacionalista, en donde, sin tapujos, en más de una ocasión se chismorreó sobre su relación homosexual con el atlético actor de westerns Randolph Scott.

A Grant y Scott les unía, como afirma Eliot, "su gusto por beber, fumar, la ropa cara, el humor socarrón y que ambos, sexualmente, no eran especialmente tórridos, ya que consideraban el sexo como algo accesorio".

Pero si había un rumor que podía dañar la imagen de una estrella era el de ser homosexual, algo a lo que Grant, obsesionado con triunfar, pondría punto y final casándose con Virginia Cherrill, protagonista del filme de Chaplin Luces de la ciudad.

Incapaz de olvidar a Scott, este fue el primero de los cuatro divorcios de Grant a lo largo de su vida. El actor incluso llegó a asegurar que sus fracasos matrimoniales se debían a que solo se enamoraba de las mujeres que suplían la dolorosa ausencia de su madre, quien, supuestamente, murió cuando el protagonista de Encadenados tenía 10 años, aunque dos décadas después el actor descubriría que su madre estaba viva y encerrada en un manicomio.

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